lunes, 5 de abril de 2010

El hombre jazmín se muda

En pocos días este blog dejará de estar alojado en blogger, pero puedes seguir leyéndolo en su nueva url: http://www.elhombrejazmin.com

El nuevo diseño se está todavía implementando y es posible que si utilizas IExplorer haya algunos detalles que se vean desconfigurados.

Si tienes un enlace a este blog y te apetece redireccionarlo a su nueva ubicación te estaría muy agradecida.

¡Hasta pronto! y gracias por tu visita

domingo, 4 de abril de 2010

Martín Ramírez en el MNCARS


Martín Ramírez descubrió de manera intuitiva que trabajando la línea en sucesivas repeticiones podía levantar las formas del papel y dotarlas de corporeidad. Este sencillo gesto gráfico le permite construir asombrosos espacios donde la transición dentro-fuera se produce sin pedir permiso a la lógica.

Me pregunto qué habría pensado M. C. Escher de estas trampas bidimensionales que desafían nuestra percepción con una sencillez pasmosa.

Martín Ramírez (Jalisco, 1895- 1963) fue un campesino de origen indio que emigró a California para juntar algún dinero con el que sacar adelante a su familia y sus cuatro hijos. Allí encontró trabajo en el ferrocarril pero en 1931, las consecuencias del crack del 29 lo dejaron en la calle sin techo, sin idioma para desenvolverse y completamente desorientado. Para agravar más las cosas, la Rebelión Cristera arruinó a los suyos en Jalisco. Perdió su pequeña casa de adobe con huerta y su familia se dispersó. Durante los meses siguientes vagabundeó por las calles alimentándose de lo que encontraba y durmiendo al relente.

Las autoridades lo llevaron a un psiquiátrico y allí produjo cerca de 450 dibujos durante los 33 años que estuvo internado bajo diagnóstico de esquizofrenia, depresión aguda, catatonia y psicosis. Él sabía que sus creaciones eran valiosas y a veces las exponía en la puerta del porche del pabellón. Sin embargo, tenía que luchar para salvar los dibujos de los celadores, que registraban su habitación para destruirlos ya que temían que contuvieran los bacilos de la tuberculosis. Ramírez trabajaba con lo que tenía a mano, era un gran recolector de papeles de todo tipo, desde las notas de las enfermeras hasta papel de liar, periódicos, sábanas de papel para camillas… que unía con pegamento de fabricación casera, elaborado con masa de pan, almidón de patata y su propia saliva.

En su imaginería se aprecia su vínculo con el ferrocarril, así como sus raíces mexicanas. Su universo está poblado por vaqueros, trenes, túneles, iglesias de la región de Jalisco y, ante todo, por sus característica combinación de líneas ondulantes y rectas que son su unidad de construcción.


En el psiquiátrico, Ramírez decidió no hablar, por lo que se pensó que era sordo. Su mejor herramienta de comuniciación era el dibujo. No se cansó de repetir una y otra vez los mismos símbolos y algunas composiciones, entre las que se aprecian pequeñas variaciones en las formas.


La presencia de túneles en sus obras es constante. Juega con la ambigüedad espacial con algo tan sencillo como oscurecer sus arcos de líneas casi siempre por arriba. Ramírez parece fascinado con las construcciones humanas, en particular los vehículos, pero sus formas de líneas consecutivas se emparentan con el crecimiento de las formas naturales, como los mejillones o los árboles.


Parece que tuvo su léxico muy claro desde el principio, aunque no sabemos si los dibujos quemados serían acaso diferentes. La exposición del MNCARS no sigue un hilo cronológico ya que Ramírez nunca hablo de su obra ni fechó pieza alguna, sólo sabemos que las creaciones proceden de sus últimos 15 años de vida.

En el psiquiátrico estuvo en contacto con algunas imágenes que quizás influyeron en sus creaciones. Se sabe que proyectaban películas y que les facilitaban revistas. Algunos de sus dibujos incorporan imágenes impresas. Ramírez las pegaba al papel y les daba continuidad pictórica.

Una de las obras más chocantes porque se sale de su imaginería recurrente representa un barco en el agua. La forma de dibujar ambos elementos es sorprendente. Las olas se concretan en una filigrana que parece un recurso textil o medieval para atrapar la complejidad de un elemento natural.


El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid recoge en la exposición 'Martín Ramírez. Marcos de Reclusión' una muestra de 62 piezas que podrá visitarse hasta el 12 de julio.

domingo, 14 de febrero de 2010

El Museo de Todo

Esta tarde, escuchando Radio 3 me he enterado de la reciente apertura (en octubre del año pasado) de un museo de arte outsider en Londres. Se llama The Museum of Everything y se encuentra en una antigua lechería y estudio de grabación en Primrose Hill.

El museo parte de una idea del coleccionista James Brett y sugiere múltiples significados para el término outsider art mientras cuestiona la noción de museo como un espacio dedicado a un área concreta de nuestro patrimonio cultural. Los creadores reunidos en esta primera exposición son considerados fuera de los parámetros de la cultura oficial y están distribuidos siguiendo ciertas afinidades tácitas. Existe por ejemplo una pared dedicada a los mensajes redentores y también hay rincones y cavernas semi-escondidas para albergar las obras más misteriosas. Entre los creadores seleccionados se encuentran Monsiel, Gill, Carlo, Ramírez, Darger o Aloise.


Nek Chand

Hiyuki Doi, 2009

Alexander Lobanov, 80's


No he encontrado ninguna fotografía del aspecto exterior del museo pero leyendo aquí y allá, he creído entender que se trata de un edificio destartalado en un complejo industrial al que se accede por una pequeña puerta negra difícil de encontrar. Ello no impide que se hayan formado largas colas a su puerta con esperas de hasta 40 minutos y que la duración de esta primera exposición se haya extendido desde octubre hasta el día de hoy.

El éxito viene en parte por las acciones desplegadas para promocionarlo. Se aprovechó el flujo de visitantes a la feria de arte contemporáneo FRIEZE para ubicar una monja en la entrada que repartía flyers e indicaciones para llegar al otro museo, el Museo de Todo.

The Museum of Everything

Otra clave del éxito: para esta primera exposición James Brett propuso a artistas y figuras relevantes de la cultura que escogieran uno de los autores del museo y escribiesen un texto, que luego figuraría junto a las obras del mismo. Annette Messager, por ejemplo, escogió a Aloïse Corbaz. Otros colaboradores fueron Ed Ruscha, Eva Rothschild, Tal R, Jamie Shovlin, Bob & Roberta Smith, Richard Wentworth, Idris Khan, Arnulf Rainer, Ed Ruscha, Jockum Nordstrom, Klara Kristalova, Karin Mamma Andersson, Mark Titchner, Jarvis Cocker, Nick Cave y Anthony Hegarty.

The Museum of Everything

Sin duda han sabido sacarle partido a la propuesta aunque… lo cierto es que los románticos sufrimos un poco con el marketing cuando éste se apropia de las cosas con voracidad. En parte porque no podemos justificar nuestro apego a que las cosas que nos gustan permanezcan tal y como nos gustan, en una especie de terreno semi-privado. Es probable que ese recelo que me provoca ver el diseño fresco y atractivo de su web y conocer sus efectivas acciones de marketing de guerrilla sea absurdamente reaccionario. Éste no es el primer museo que se abre sobre el tema, ni mucho menos el más importante, de hecho la única diferencia respecto a los otros es que éste es fashion.

Sólo para despistar voy a terminar con un verso de Jorge Riechmann en Rengo Wrongo “La vida es sencillamente lo contrario del marketing”.

sábado, 30 de enero de 2010

Algunas obras del Hospital de Toén, en Ourense





Todas estas obras son creaciones anónimas de 1990 y no tienen título, a excepción del óleo que representa a un peregrino, titulado Santiago y datado en 1985 y la imagen del hombre de perfil portando sombrero, que se titula Timbraos y es también de 1990.

A menudo me habéis preguntado si se conocen obras de arte outsider españolas. Es por ello que me gustaría seguir haciendo referencia a la reciente exposición Pinacoteca Psiquiátrica en España, 1917-1990. Hoy he querido mostrar obras de la colección del Hospital de Toén, realizadas por pacientes entre los años 1959 y 1990.

Además de las piezas que aquí se muestran, me ha parecido interesante hacer referencia al texto que se incluye en el catálogo, escrito por Alcira Cibeira Vázquez y David Simón Lorda, ambos psiquiatras, que estudian el archivo del hospital.

Estos observan que los primeros testimonios, aquéllos dibujos realizados antes de la instauración de un taller habilitado para la expresión plástica, son los más espontáneos. En ellos los pacientes se sirven de papel higiénico o cualquier otro material reciclado para abocetar sus ideas. Más adelante, en el contexto del taller, las obras se sienten más dirigidas. De estas primeras creaciones espontáneas no tenemos ninguna muestra pero los psiquiatras detectan tendencias que ya hemos referido en este blog muchas veces: el interés por construir mundos alternativos, inventos y máquinas estrafalarias.

Otra constante es la vinculación del escrito a la actividad plástica, los laberintos de palabras, las pictoescrituras, la producción de ambiciosos volúmenes autobiográficos, enciclopédicos… Es otra característica del arte hecho en psiquiátricos de todos los puntos geográficos.

La reciente reunión de obras de la pinacoteca psiquiátrica española nos permite observar el mismo orden de tendencias en la producción artística de los enfermos mentales que la que hemos venido observando en el estudio de piezas más conocidas, procedentes en su mayoría de estudios anglosajones y franceses.

viernes, 1 de enero de 2010

Un vaquero en un castillo de naipes

Edmond Morel, Le Château de Cartes (immeuble). Dicy, La Fabuloserie

Soy un vaquero fiero con una sola función: vigilar mi castillo de naipes.

Llevo encargándome de este trabajo ya muchos años, en una estancia de La Fabuloserie que por la noche se apaga.

Hubiera preferido encargarme del cuarto piso, acotado por cerillas azules. Es el piso más alto, el más hermoso, pero allí no nos necesitan. Es el área custodiada por las figuras de la baraja francesa. Gente muy organizada: la reina de corazones junto a la reina de tréboles, de rombos, de picas… todos dispuestos en círculo para controlar al enemigo por todos los flancos.

Dicen que arriba del todo hay una gran campana plateada, protegida por una cúpula de cartoncillos, coronada por un querubín solitario al que nunca le apetece conversar.

De vez en cuando la luz de la habitación se enciende y me pasan un plumero por todo el cuerpo, con suma delicadeza. Entonces siento que mis pies se despegan del piso y que el suelo bajo mis pies tiembla, pero enseguida me estabilizo. Vivo en una construcción más sólida de lo que parece. El pegamento que la sostiene es el que se usaba para reparar los sacos de patatas.

Mi creador se dedicaba a cultivar su pequeña propiedad en Pais-de-Calais hasta que la Segunda Guerra Mundial cambió su vida. Fue prisionero en un campo de trabajo de Austria y esta experiencia le cambió para siempre. En cuanto recibió su primera pensión comenzó a hacer construcciones fantásticas. Al principio reproduciendo aquel campo de trabajo, luego dejando volar su imaginación.

Los indios azules del segundo piso viven en alerta constante. No es de extrañar, conviven con los tramposos Joker que se divierten lanzando falsas alarmas. En la zona baja es donde mejor se lo pasan. Todos a refugio bajo las arcadas de cartón, organizando fiestas privadas mientras los demás trabajamos duro.

No les envidio. Tras su muralla de cartas, ellos no ven lo que yo veo. Cuando las luces de La Fabuloserie se apagan, desciendo por la empalizada y me escapo a las otras estancias. Converso con Mauricette y sus amigos, siempre enzarzados en grandes debates. Saludo a los Turbulentos, a Mademoiselle Rose, a La Poussette.

A veces las luces se encienden y nos pillan desprevenidos, pero la gente ya no se sorprende de encontrarnos en sitios diferentes. Nos colocan donde debemos estar y hacen como si no hubiesen visto nada.

Alain Bourbonnais, Mademoiselle Rose. Dicy, La Fabuloserie

Francis Marshall, La Soupe, Dicy, La Fabuloserie

Reinaldo Eckenberger, La Poussette. Dicy, La Fabuloserie