miércoles, 24 de septiembre de 2008

Arte en confinamiento (II)

El gesto del encierro tiene otra profundidad: no aisla a extraños desconocidos; los crea, altera rostros familiares en el paisaje social, para hacer de ellos rostros extraños que nadie reconoce ya.
Michel Foucault, "Hª de la Locura"


En los comienzos del siglo XX las mujeres podían ser internadas en psiquiátricos por varias razones, por prostitución, malas relaciones familiares, por tener un hijo ilegítimo, un amor desafortunado, un divorcio, un matrimonio sin hijos o incluso por viudedad. Al menos así sucedía en Alemania, donde se han rescatado más muestras del trabajo de los internos gracias a la labor del psiquiatra Hans Prinzhorn.

Para ello bastaba con que su padre, su hermano o su marido la condujeran a un centro psiquiátrico donde a menudo se les diagnosticaba esquizofrenia que en aquella época era llamada Dementia Praecox.


Allí sufrían las duras “terapias” consistentes en aislamiento, baños de larga duración, camisas de fuerza, sujeción con paños mojados, sobre-alimentación involuntaria, “curas” de sueño, de malaria, de insulina, electroshocks... No es de extrañar que necesitaran desesperadamente reafirmar su identidad. Es por ello que las creaciones que nos han quedado como testimonio suelen ser autorretratos, biografías o representaciones de objetos cotidianos. Apenas podían conservar pertenencias y su apego a lo poco que les rodeaba podía constituir un vínculo a la “materialidad” del mundo.


Barabara Sückfull

Barbara Suckfüll integraba en sus extraños dibujos con escritura las siluetas de cucharas, tazas y platos que la rodeaban. Dicen los informes que Hedwing Wilms (Alemania, 1874-1915) apenas hablaba y solía renunciar a la cena. Con grueso hilo de algodón construyó una vajilla textil que le recordaba a la que tenía antes de ser internada. Se compone de un conjunto de bandeja, jarra y taza, que no podemos evitar comparar con el trabajo de Meret Oppenheim.


Meret Oppenheim

Sin embargo, lo que para Meret Oppenheim es una elección estética para Hedwing Wilms es fruto de una limitación. Una limitación que puede dar como resultado creaciones insólitas y poéticas como ésta.

2 comentarios:

ciclo365dias dijo...

La aseveración que haces donde hay una equivalencia del infortunio entre la elección estética y su limitación es poderosísima. Ese confinamiento que deriva acá (hablo de las protagonistas en este post) -y rescatando a Foucault- no me deja dudas cómo esa insania+poesis exuda su tragicomedia; todavías más cuando el leitmotiv de la opresión y fatalidad deja evidencia de algo bello, aunque de origen perverso y consecuencias lacrimosas.

Saludos

José Puente dijo...

tú eres argentino..