sábado, 5 de enero de 2008

Arte a partir de los 60 años

Vollis Simpson "Molinillos gigantes"
Fuente: MAIZELS, John (1996) Raw Creation. Outsider Art and beyond.
Hong Kong, Phaidon

Vollis Simpson "Molinillos gigantes"
Fuente:
SCHUBERT, Marcus (1991) Outsider art II: Visionary environments. Kyoto, Art Random 75.

Tressa Prisbey "Bottle Village"
Fuente: SCHUBERT, Marcus (1991) Outsider art II: Visionary environments. Kyoto, Art Random 75

Tressa Prisbey "Bottle Village"
Fuente: SCHUBERT, Marcus (1991) Outsider art II: Visionary environments. Kyoto, Art Random 75

Tressa Prisbey, comenzó a construir a los 60 años el que sería llamado Bottle Village. Todo empezó por la necesidad de levantar un lugar para guardar su colección de 17000 lápices. Pensó que una manera económica de hacerlo podría ser servirse de botellas amalgamadas con cemento. Debió encontrar la experiencia muy gratificante pues dedicó los veinte años siguientes a la construcción de otras trece casas de botellas, dos pozos de los deseos, una fuente, varias plantaciones, dos altares y un paseo de mosaicos. Los únicos materiales que compró fueron cemento, arena, papel de pared y vigas de madera. El resto lo tomó del vertedero local.


Tressa se casó a los 15 años con un hombre de 52 que ya tenía siete hijos. Le dejó, quedándose a cargo de los niños, seis de los cuales murieron. En su obra hay abundantes referencias a la maternidad y también invocaciones de magia simpática (pozos de los deseos, amuletos…). De lo que más orgullosa estaba La señora Prisbey era de su capacidad para generar algo de la nada.

“Cualquiera puede realizar cualquier cosa con un millón de dólares. Fíjate en Disney. Pero hace falta algo más que dinero para crear algo de la nada, y mira lo bien que me lo he pasado haciéndolo.”
Tressa Prisbey

Otra demostración de vitalidad e imaginación: Vollis Simpson, que era fabricante de maquinaria para transportar casas. En su jubilación aplica sus conocimientos en la construcción de unos molinillos de diez metros de altura a partir de carrocería y otros desechos de vehículos. En Alcolea del Pinar, Guadalajara, tenemos el ejemplo de Máximo Rojo. A los 67 años comienza a transformar su jardín en un museo que llamará “El Jardín Escultórico”
(ver entrada “Museos personales”)

8 comentarios:

Gabriel Antón dijo...

Curioso. Me pregunto cómo sería la luz dentro de esas casas. (eso sí: ¿para qué 17000 lápices??) Tienes un blog muy bueno

Graciela García dijo...

¿Para qué 17.000 lápices?... y aún más intrigante ¿para qué contarlos? Me imagino que se trata del placer de acumular que se nos despierta cuando empezamos a tener mucho de algo.
Muchas gracias por tu visita Gabriel, saludos.

Berta dijo...

Quería ya ponerme a escribir aquí que has colgado muchas cosas, acabo de echarle sólo un vistazo, está fenomenal!.

Me han encantado los molinillos gigantes de Vollis Simpson, qué bonitos. (Te está quedando un trabajo precioso...).
Hace poco vimos una película de un autor coreano (creo) cuyo nombre no recuerdo muy bien (ya le preguntaré a David) que era de fantasía en la que aparecían una serie de atracciones abandonadas muy parecidas a los molinillos. Estaban colocadas entre unos edificios también abandonados. Voy a ver si busco el título de la película y la ves, porque a lo mejor puedes verla.

Seguiré leyendo y te comento más de tus posts.

un beso grande.
*Berta.

Berta dijo...

Es muy curioso que en general hagan cosas tan grandes ¿no crees?, quiero decir, que suelen hacer obras arquitectónicas casi.
Por cierto, hay un hombre creo que es en Barcelona que lleva todoa su vida haciendo una catedral, seguro que has oído hablar de él.
A ver si recuerdo el nombre (de verdad, para darte referencias soy un desastre!)...le han hecho muchos reportajes en la televisión. Utiliza material de desecho, y muchos arquitectos han ido a ver su obra (también un poco por seguridad, por si tiene problemas de estructura).

Mas besos. A ver si te busco esas cosillas.
*Berta.

Graciela García dijo...

Hola Berta ¡ya te echaba de menos por aquí! En tu segundo post me parece que hablas de Justo Gallego, que construye su catedral en Mejorada del Campo. No he ido a verla todavía pero en las fotos parece impresionante. Yo diría que suelen embarcarse en proyectos tan grandes por autosuperación. También creo que crecen progresivamente, pues no suelen tener un plan de trabajo. Es como cuando empiezas a hacer algo y piensas... qué bien me está quedando, y si le hago esto... pues queda mejor... y si le uno esto otro... (el menos es más no creo que les haga mucho tilín)

Berta dijo...

Bingo! era Justo Gallego, y no era en Barcelona. Me alegro de que lo conozcas, porque para darte yo referencias...yo creo que hacen obras tan grandes porque son autodidactas. La gente que investiga por su cuenta, al no tener un reconocimiento externo digamos oficial, trabajan más que los profesionales, no tienen medida. También, al no entrar en los cicuitos del arte, no tienen prejuicios ni miedo a ser criticados por "expertos", y tampoco están pendientes (me parece, no estoy segura) de cómo se transforma el entorno artístico.

Quizás por eso son tan generosos y hacen tantas cosas nuevas, pero es verdad que todo es ponerse, y oye, si tienes una parcela grande...pues tienes sitio y tiempo!
Beso gordo!
*Berta.

Iván dijo...

hola amiga. como has publicado ya otra entrada nueva, no sé si volverás atrás para comprobar los comentarios de ésta.
He estado a punto de escribir una entrada en mi blog acerca del bottle village y la sensación que me produjo el vídeo y de hecho comencé a hacerlo, pero entre el cansancio del curro y mi poco talento como escritor, no consigo darle forma, así que lo dejo en un comentario, que tal vez fuera su destino.

El caso es que al ver el pueblo hecho de botellas y cemento y pensar en la puesta de sol allí, tengo una sensación que no sé definir muy bien, pero que no es del todo agradable ni explícitamente desagradable. Creo que tiene que ver con sensaciones o vivencias de mi infancia, porque creo recordar sensaciones parecidas cuando era mico. Se trata quizá de cierta tristeza mezclada con otros elementos.

Y el motivo (puede que haya más y estén ocultos) es que los materiales usados para construir todo aquello me parecen feos. Pero no feos de una forma superficial, no es una fealdad (quizá no se trate exactamente de fealdad)que te deja indiferente, no es que digas "que feo" y sigas tu camino, sino que al imaginar ese lugar en ese momento del ocaso, el conjunto desprende una energía...

La puesta de sol es para mí un momento que pone en contacto lo natural y lo espiritual, lo material y lo místico o incluso metafísico. El hecho de oponer ese momento con esa aglomeración de botellas de cristal y materiales sacados de un vertedero, me parece algo en cierto modo obsceno, pero que conste que no es un juicio, sino simplemente un intento de ilustrar lo que pasa por mi cabeza en estos momentos.

Las botellas vacías son el objeto más opuesto posible a lo natural. Es como si la botella simbolizara para mí el sumum de la tristeza de lo artificial, del deshecho industrial y casi del deshecho en un sentido espiritual. Es por eso que encontrar la belleza en esa conjunción me resulta curioso. pero bueno, es sólo una snsación de la que se podría hablar mucho y que podría ser sustituida por muchas otras. En fin, ¿no son bellas las zonas industriales abandonadas? (aunque habría que ver todas las diferencias que existen entre ambos lugares) me gustaría que habláramos de ello algún día, porque por escrito me cuesta expresarlo.

Espero no haber sido confuso, aunque creo que sí que he sid algo extenso, pero es que lo he escrito del tirón.

Un beso
Iván

Graciela García dijo...

Hola Iván, me alegro de que el Bottle Village te haya inspirado sensaciones, aunque sean decadentes. Confieso que disfruto mucho con la decadencia y la melancolía (en pequeñas dosis snob) pero sé que no le pasa igual a todo el mundo.
No había pensado en lo que me produciría estar allí. Tengo la costumbre de mirar estas obras desde las personas que las hicieron, no desde el objeto estético en sí mismo. Por eso tu comentario me ha dado qué pensar. También me gusta que menciones las puestas de sol porque las comedias románticas y los artículos playeros han hecho mucho daño y la gente ya no se atreve a hablar de ellas.
Supongo que la belleza que podemos encontrar en estas obras tiene que ver con el placer de crear algo de la nada, tomar materiales "feos" asociados al consumo y la basura y verlos como vidrieras. También juegan otros conceptos como lo "excesivo", lo "monstruoso"... sí, es posible, que para apreciarlas estéticamente haya que ponerse las gafas del romanticismo, o mejor, un monóculo. En cualquier caso, pienso que son obras de arte psicológicas y que es ahí donde tienen su fuerza, recordándonos cómo funciona el ser humano.
Y cambiando de tema, amigo ¿para cuándo un nuevo post?