jueves, 28 de agosto de 2008

El Pasatiempo de Betanzos, en Galicia








Hace ya dos veranos que visité el Pasatiempo de Betanzos, el gran capricho de Juan García Naveira, recientemente salvado del abandono en que cayó desde la muerte de su autor en 1933. En su decadencia, se vio convertido en campo de tiro (durante la guerra civil) y en estercolero local años más tarde.

Su autor dedicó a su construcción 20 años, con fines didácticos además de recreativos, pretendía ilustrar a las gentes sobre diversos temas que interesaban al autor, por ello también se le llamó El Capricho Enciclopédico.

Juan García Naveira había viajado mucho y deseaba volcar su memoria y sus conocimientos en esta especie de museo fantástico. Éste recoge, como un gabinete de curiosidades al aire libre, hechos históricos, experiencias de sus viajes, alegorías e incluso reproducciones de obras de arte célebres.

En total abarca unos 8000m2 de terreno distribuidos en varios niveles. Cuenta con un inmenso jardín con estanques, un laberinto, varias grutas y terrazas.
El conjunto se vio afectado por la construcción de la carretera A6 que lo divide en dos mitades. En la actualidad una pasarela aérea comunica el inmenso jardín con la parte que podríamos llamar "parque temático" donde se encuentra la mayor parete de las esculturas, pinturas, etc...

domingo, 17 de agosto de 2008

Repetición, estereotipia y estilo

Cuando Arieti analiza el proceso creativo en su libro “La Síntesis Mágica nos habla del momento en que el arte paleolítico abandona su voluntad “vitalista” (más cercana a la representación naturalista del entorno) para dar paso a la “esquematización” que caracteriza el periodo Neolítico. A partir de entonces existirán varios momentos en la historia del arte en que se pasa de la representación vitalista a la esquemática. Con el advenimiento del cristianismo, por ejemplo, se rompe con la tradición griega del naturalismo idealizado. El arte bizantino, espiritual y trascendental, debía alejarse de lo corpóreo y volver a formas esquemáticas.

En el momento en que aparece la esquematización, surge la repetición y el diálogo de ésta con sus conceptos afines: la estereotipia y el estilo.

La estereotipia es el lado anticreativo de la repetición, ya que recurre a formas “acordadas” y no inventa nuevas. La novedad (o creatividad) en la estereotipia se introduce con pequeñas alteraciones en el ritmo de la repetición. El lenguaje de la publicidad juega mucho con esto.

“La estereotipia o cualquier tipo de repetición o ritmo puede ser utilizado en el arte más elevado, en forma puramente decorativa u ornamental, o en la publicidad moderna.”

(Arieti, La Síntesis Mágica, p. 179)

La RAE define “estereotipia” como: Repetición involuntaria e intempestiva de un gesto, acción o palabra, que ocurre sobre todo en ciertos dementes. Esta definición de la RAE apunta a un concepto importante del arte outsider: la presencia de la repetición en los procesos creativos. Si bien el arte outsider no recoge sólo las obras de enfermos mentales, todos sus autores tienen en común en su proceso creativo la preponderancia del proceso primario sobre el proceso secundario.

El proceso primario es primitivo, universal e inconsciente… más cercano a la locura, posee la fuerza de la creatividad en bruto. No se trata de que haya artistas del proceso primario y artistas del proceso secundario. El proceso secundario es el ejercicio consciente y sofisticado que domina el material en bruto para que el artista consiga sus objetivos.

Volviendo al tema de la repetición, la estereotipia puede provocar un ritmo interesante cuando se reitera una forma “original” es decir, personal del autor, como en el caso de la obra de Carlo.

Al fin y al cabo, reconocemos el estilo de un autor por lo que en sus obras hay de repetición y estereotipia.

Las obras de Carlo se reconocen al primer golpe de vista. En ellas siempre contamos con la repetición de figuras de perfil, a menudo humanas, aunque también le interesan animales como pájaros o caballos.

Estas figuras se componen con un solo color, suelen estar “agujereadas” y por alguna razón las percibimos con reminiscencias tribales, con cierto poder lisérgico.

Sus composiciones nos recuerdan al arte egipcio, tanto por su sentido narrativo en hileras como por el juego de escalas que escapa a la lógica de la perspectiva clásica.

Carlo Zinelli es un ejemplo del efecto mágico de la repetición. La repetición es poderosa porque crea un ritmo, y es ese ritmo el que permite llamar la atención sobre las pequeñas variaciones que pueden introducirse.