








El gesto del encierro tiene otra profundidad: no aisla a extraños desconocidos; los crea, altera rostros familiares en el paisaje social, para hacer de ellos rostros extraños que nadie reconoce ya.Michel Foucault, "Hª de la Locura"
En los comienzos del siglo XX las mujeres podían ser internadas en psiquiátricos por varias razones, por prostitución, malas relaciones familiares, por tener un hijo ilegítimo, un amor desafortunado, un divorcio, un matrimonio sin hijos o incluso por viudedad. Al menos así sucedía en Alemania, donde se han rescatado más muestras del trabajo de los internos gracias a la labor del psiquiatra Hans Prinzhorn.
Para ello bastaba con que su padre, su hermano o su marido la condujeran a un centro psiquiátrico donde a menudo se les diagnosticaba esquizofrenia que en aquella época era llamada Dementia Praecox.
Allí sufrían las duras “terapias” consistentes en aislamiento, baños de larga duración, camisas de fuerza, sujeción con paños mojados, sobre-alimentación involuntaria, “curas” de sueño, de malaria, de insulina, electroshocks... No es de extrañar que necesitaran desesperadamente reafirmar su identidad. Es por ello que las creaciones que nos han quedado como testimonio suelen ser autorretratos, biografías o representaciones de objetos cotidianos. Apenas podían conservar pertenencias y su apego a lo poco que les rodeaba podía constituir un vínculo a la “materialidad” del mundo.
Sin embargo, lo que para Meret Oppenheim es una elección estética para Hedwing Wilms es fruto de una limitación. Una limitación que puede dar como resultado creaciones insólitas y poéticas como ésta.
Este pañuelo de ganchillo fue confeccionado por una interna del Hospital Psiquiátrico Saint Elisabeths en Washington y analizado por la Dra. Arrah B. Evarts en torno a 1918.
El nombre de la paciente era Adelaide V. Hall, ésta procedía de una familia pobre de 8 hermanos que fueron criados por su padre. La pieza narra un hecho importante en la infancia y adolescencia de la autora. Se sabe que dormía en la misma cama que su padre, y ella afirma que mantenían relaciones sexuales. La doctora Evarts interpretó este relato como una fantasía de incesto, lo que es criticado por el estudioso del arte outsider John M. MacGregor quien, 80 años más tarde, ha investigado el caso de la paciente y considera que la pieza representa hechos autobiográficos. MacGregor atribuye a la doctora el interés de la época por corroborar las teorías del psicoanálisis en sus inicios.
La madre de Adelaide falleció siendo ella muy pequeña por lo que apenas la recuerda, su hermana mayor asumió el papel de "cuidadora" durante algunos años pero pronto abandonó el hogar para formar su propia familia quedando Adelaide, aún niña, a cargo de la casa.
El resto de sus hermanos no parecen desempeñar un papel importante en la infancia de la autora, a excepción de uno que compartía cama con su padre y con ella. El padre era alcohólico y cuando bebía se volvía violento y mezquino.
Cuando Adelaide tenía 13 años su hermana mayor se la lleva a vivir con ella. Allí sufrirá un amor imposible pues se enamora de su cuñado. Se sabe que tuvo varios romances con hombres casados, uno de los cuales le contagió la sífilis.
No están claras las razones de su internamiento psiquiátrico, que tuvieron lugar en dos ocasiones. Se le diagnosticó melacolía, depresión y... aventuradamente a juicio de MacGregor, trastorno bipolar, delirios e hipocondría.
En la pieza llama la atención que las figuras aparecen identificadas con letras y números pegados sobre el tejido. También integra otros elementos no textiles, una especie de huevo colocado en la cabeza de una figura con los genitales destacados, un botón y varias arandelas. Aprendió a coser y trabajó una temporada haciendo vestidos, lo que explica su habilidad a la hora de realizar este trabajo. También confeccionó varios vestidos para bebés que nunca llegó a tener, pues según documentan los archivos del hospital, padeció varios embarazos psicológicos.
Jules Leclercq (Tourcoing, 1894 – 1966) es de los pocos hombres que bordan. Fue internado en el Hospital Psiquiátrico de Armentières debido a sus alucinaciones. Allí se encarga de organizar la ropa de la lavandería, lo que le da la oportunidad de hacerse con retales y viejos calcetines.
De profesión costurero, se hallaba familiarizado con lo hilos, los trapos y la costura, aunque no siempre se había expresado de esta manera. Los primeros años se dedicó a rellenar cuadernos con los supuestos agravios de que era objeto en el hospital. Le gustaba personalizar su ropa y tenía un gorro en que podía leerse “Muerte a Benoit”, nombre del supervisor que había firmado su admisión en el hospital.
Algunas de sus creaciones llegan a medir dos metros de altura y muchas están trabajadas por delante y por detrás. Tanto en su trabajo gráfico como bordado hay dos temas que se alternan, las escenas militares y los desnudos rodeados de flores. En las primeras llama la atención la composición organizada en secuencia, mientras que en su trabajo de desnudo se permite composiciones más libres. Otra constante será la inclusión de escritura, que hace referencia a su actividad mediúmnica.
Se declaraba a sí mismo médium y “Dador de fuego”. Tanto Tourcoing como Pas de Calais (lugares de nacimiento de Leclercq y del minero Lesage) se encuentran en el norte de Francia, en las inmediaciones de Lille. En aquella zona y por aquella época (finales del siglo XIX y principios del XX) las experiencias mediúmnicas estaban muy extendidas en los entornos humildes.