Habiendo dedicado su vida al trabajo de la madera, Emile Ratier comienza a sentir que está a punto de quedarse ciego. La pérdida progresiva de la vista, le empuja a aferrarse a un mundo donde se potencian los otros sentidos. Sin dejar de trabajar el material por él más explorado, comienza a construir objetos de madera fantásticos y polisensoriales. Estos consisten en máquinas, norias, extraños tiovivos o relojes cuyo engranaje hacen funcionar los animales. El tacto y el sonido, toman un papel importante en el disfrute de estas máquinas de madera, clavos viejos, piezas de bicicleta y alambre. Ratier quedó completamente ciego a la edad de 65 años.
domingo, 7 de diciembre de 2008
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